De acuerdo con la Organización Mundial del Trabajo (OIT), en el mundo hay 2.000 millones de trabajadores informales. Representan más del 60% de la población económicamente activa. Es decir, que el trabajo asalariado y con prestaciones sociales acorde a la ley es menor. La precarización laboral se impuso.
Para muchos de ellos, el dilema es, literalmente, una cuestión de vida. Si no cumplen con la cuarentena, ponen en riesgo su salud y las de los demás. Pero quedarse en casa implica perder ingresos por completo. La capacidad de ahorro para sostener la emergencia es excepcional.
La situación es crítica en los países emergentes y en desarrollo que concentran el 93 % del empleo informal. En América Latina, por ejemplo, hay 130 millones de trabajadores informales, con México como país líder del ranking. El estatal Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) ha revelado que 57 de cada 100 trabajadores de este país no están afiliados a un empleador formal ni cotizan en los sistemas de pensiones y de seguro médico.